
El Libro de Urantia declara ser una revelación celestial, más exactamente la quinta revelación que marca una época en la historia del planeta.
La primera revelación fue hace medio millón de años, cuando aparecieron las seis razas de color y el Príncipe Planetario Caligastia fundó una ciudad en medio oriente -llamada Dalamatia- con el propósito de ayudar a convertir al hombre de cazador a labriego. Durante trescientos mil años funcionó perfectamente, pero con la rebelión de Lucifer y la adhesión de Caligastia a su causa el plan se interrumpió y muchos de los avances sociales logrados se revirtieron por la confusión posterior.


La tercera revelación fue realizada por Maquiventa Melkisedek, que se presentó en Palestina hace unos cuatro mil años con el propósito de mantener vivo el monoteísmo (que iba en franco retroceso en todo el planeta) y pactó con Abraham que si él y su descendencia mantenían la fe en un dios monoteísta, de su pueblo nacería un enviado de las alturas.
La cuarta revelación la hizo Jesús de Nazareth con el doble propósito de revelar la personalidad de Dios al hombre actuando en cada ocasión como habría actuado Dios mismo de haber estado allí y de revelar al universo la personalidad de una criatura humana consagrada a cumplir la voluntad de Dios.
La quinta revelación es el Libro de Urantia
El Libro de Urantia declara la existencia de un Dios trino, personal, auto consciente y volitivo que es creador y sostenedor del Universo y está motivado -en la relación con sus criaturas-
primordialmente por el Amor (definido como "el deseo de hacer el bien a los demás"). Por ello declara que en lo que respecta a las criaturas del universo, Dios es ante todo un Padre. Si bien tiene semejanzas con el cristianismo, no es una extensión ni una escisión de él. Presenta una nueva perspectiva de los dogmas de la trinidad y la divinidad de Jesús de Nazareth pero niega rotundamente otros como la virginidad de María, su inmaculada concepción, la doctrina de la expiación, el infierno, el purgatorio y la resurrección de la carne.

Describe al universo como centrado en la "Isla Eterna del Paraíso, punto focal y morada eterna de la deidad. Informa sobre la existencia de un universo central, llamado "Havona", que envuelve a la Isla del Paraíso formado por mil millones de mundos organizados en siete niveles concéntricos. Tanto el Paraíso como Havona son co-eternos con la deidad, así como todos los habitantes nativos de ese universo central, los trascendentales.

Los siete superuniversos son creados a imagen de una de las posibles combinaciones de la trinidad, Padre, Hijo, Espíritu, Padre-Hijo, Padre-Espíritu, Hijo-Espíritu y Padre-Hijo-Espíritu y en cada uno de ellos se desarrolla primordialmente uno de los siete propósitos de la deidad, de los cuales el libro únicamente revela el desarrollado en nuestro superuniverso: la elevación de las criaturas humanas desde el nivel material de existencia hasta el nivel espiritual. Más allá de los siete superuniversos existen los llamados niveles del espacio exterior, donde se está acumulando y organizando materia pero donde aún no hay vida. Cada nivel es notoriamente mayor que el anterior en extensión y potencialidad de materia contenida.
La elevación y espiritualización de la criatura material es el propósito primordial de nuestro superuniverso y es el tema central de la revelación de Urantia.

El Libro de Urantia sostiene que cada ser humano en este planeta cuya mente sea normal -esto es que sea capaz de decisión moral- y haya cumplido los seis años de edad, está habitado por un fragmento absoluto cualificado del Padre Universal. Dios mismo reside en la mente de cada persona compartiendo todos sus pensamientos, sentimientos, alegrías, tristezas, temores y ansiedades como guía inspiradora de la personalidad, pero actúa únicamente cuando la criatura -haciendo uso de su libre albedrío- busca esa guía. Este fragmento residente realiza una copia de toda experiencia de la criatura que sea de valor espiritual y la mantiene para que sea parte integral de la criatura al despertar tras la muerte física.
Define el pecado como la oposición consciente y volitiva a la voluntad del padre y "la voluntad del padre" es -tal como es capaz de percibirla el ser humano- la suma de los más altos ideales; por ello vivir buscando hacer la voluntad de Dios es equivalente a esforzarse por vivir cada vez más en armonía con los más altos ideales de cada uno. La remisión de los pecados debe entenderse como el restablecimiento de las relaciones leales entre la criatura y su creador.
El Libro de Urantia augura un camino muy largo de perfeccionamiento y espiritualización para transformar a la criatura material en un espíritu exaltado, más de quinientos niveles PRE-espirituales y mil millones de escalas en el camino espiritual antes de alcanzar al Padre; pero una vez alcanzado la criatura material se habrá convertido en la única criatura del universo que conoce todos los posibles niveles de existencia por experiencia vivencial propia.

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